martes

Como si...

Que era como si te respirase, como si tu cuerpo desprendiera un aroma fresco y yo pudiese casi palparte. Pero no. Nada de eso es real, porque lo cierto es que tú estás allí en tu espléndida silla de mármol blanco, inmaculado. Esperando no sé qué. Haciendo tiempo, tiempo para hacer lo correcto, lo sano, lo razonable y meditado. Y lo peor es que no es nada descabellado. Pero ¿sabes? Mientras tanto, vas respirando otro aire que no es el tuyo, ni el mío. Y duele. Lo cierto es que duele de una forma suave y casi sin rozar. Porque estoy anestesiada ya de ti y de tus suspiros, de esa forma tan sutil que tienes de clavarme la mirada como si me acabaras de conocer, de esos instantes en los que nuestros ojos chocan y juegan a descifrar mensajes en las pupilas, -sí, de esos también me he inmunizado-.
Porque no queda otra, porque el sinfín de mensajes ocultos que dejo tras de mí en cinco minutos contigo hacen que quiera respirarte eternamente. Pero no, no es real. Nada de todo esto lo es.

No hay comentarios:

Publicar un comentario