sábado

Un día en la luna, y al día siguiente en Paris

A tropezadas, trompicones y traspieses de todos los colores, he aprendido un montón de tonterías. Y quizás te preguntas si el color de tus sueños será muy diferente al mío.
Yo, de colores no sé mucho ni nada.
Pero... he aprendido a reconocer el color de la primavera, que no es muy distinto del mar,
y del color de tus ojos por la mañana, que es muy difícil de explicar.

Me sobra todo lo demás.

miércoles

Extrapolando la Tierra

Me sale a los cuatro vientos decirte que te quiero.
Apenas puedo reconocerme la voz y los sentidos en lo que
estoy diciendo y, a la vez, sé que estoy siendo más sincera y,
en definitiva, más yo que nunca en mi vida.
Puedo jugar a extrapolar la Tierra y acabar descubriendo que es
imposible, así como es imposible quererte más de lo que ya te quiero.
Puedo soñarte despierta y puedo soñarte dormida,
y aún sentir que estás aquí conmigo.
Y es que creo que nunca te alejaste demasiado de mí,
por miedo quizás, a no volver a encontrar el camino.
Puedo enamorarme de tu sonrisa mil y una veces seguidas
y sentir cada uno de los flechazos en mi memoria.
Iluminas a cada paso que das, eso es un hecho más que comprobado ya,
y los chispazos que mi piel siente me colapsan la mente -y todo lo que
pueda contener ésta- aunque me dan el aire que necesito cada día.
No importa si mi amor no pudo contenerte en mi pecho por más tiempo,
porque te dejé ser en mí. Es por eso que sigues aquí cada día,
aprendiendo los dos a convivir entre la realidad y el pensamiento.