lunes

Vuela, vuela.

Hablábamos, reíamos, y entre risas me dijiste que sabías volar.
Yo no me lo esperaba, también sé volar.
Y no había conocido nunca a nadie más que supiera.

¿Un vuelo?  - pregunté sin vacilar.
Y acercando tus manos a las mías contestaste sin articular palabra alguna.
Y así nos elevábamos muy poco a poco, tan suavemente.

Tan suavemente que sentí vértigo.

sábado

Un día en la luna, y al día siguiente en Paris

A tropezadas, trompicones y traspieses de todos los colores, he aprendido un montón de tonterías. Y quizás te preguntas si el color de tus sueños será muy diferente al mío.
Yo, de colores no sé mucho ni nada.
Pero... he aprendido a reconocer el color de la primavera, que no es muy distinto del mar,
y del color de tus ojos por la mañana, que es muy difícil de explicar.

Me sobra todo lo demás.

miércoles

Extrapolando la Tierra

Me sale a los cuatro vientos decirte que te quiero.
Apenas puedo reconocerme la voz y los sentidos en lo que
estoy diciendo y, a la vez, sé que estoy siendo más sincera y,
en definitiva, más yo que nunca en mi vida.
Puedo jugar a extrapolar la Tierra y acabar descubriendo que es
imposible, así como es imposible quererte más de lo que ya te quiero.
Puedo soñarte despierta y puedo soñarte dormida,
y aún sentir que estás aquí conmigo.
Y es que creo que nunca te alejaste demasiado de mí,
por miedo quizás, a no volver a encontrar el camino.
Puedo enamorarme de tu sonrisa mil y una veces seguidas
y sentir cada uno de los flechazos en mi memoria.
Iluminas a cada paso que das, eso es un hecho más que comprobado ya,
y los chispazos que mi piel siente me colapsan la mente -y todo lo que
pueda contener ésta- aunque me dan el aire que necesito cada día.
No importa si mi amor no pudo contenerte en mi pecho por más tiempo,
porque te dejé ser en mí. Es por eso que sigues aquí cada día,
aprendiendo los dos a convivir entre la realidad y el pensamiento.

domingo

Mrs. Brown.

Cada vez que la vida le haga deprimirse, Señora Brown, y todo le parezca duro o difícil, y piense que el resto del mundo es idiota y egoísta y, en definitiva, sienta que realmente ya no puede más, simplemente recuerde. Recuerde que se encuentra en un planeta que evoluciona y que rota a 900 millas/hora, que gira a unas 19 millas/segundo, por lo que cuentan, alrededor de un Sol que es la fuente de todo nuestro poder. El Sol, usted, y yo, y todas las estrellas que podemos ver nos movemos 1 millón de millas cada día, en un brazo externo a 40.000 millas/hora de la galaxia que llamamos La Vía Láctea. Nuestra propia galaxia contiene unos 100 billones de estrellas y mide unos 100.000 años luz de punta a punta, se agranda en el centro con unos 16.000 años luz de grosor, aunque para nosotros sólo son 3.000 de ancho. Nos encontramos a unos 30.000 años luz del punto galáctico central y lo rodeamos completamente una vez cada 200 millones de años, y por si fuera poco, nuestra galaxia es sólo una entre millones de billones en este asombroso universo en expansión. El propio universo se expande y se expande en todas las direcciones y tan deprisa como puede, es decir, a la velocidad de la luz, lo que son 12 millones de millas/minuto, la velocidad más rápida que existe. Así que, recuerde Señora Brown, cuando se sienta usted pequeña e insignificante y piense en lo increíblemente improbable que ha sido su nacimiento, rece para que haya vida inteligente en algún lugar del espacio porque aquí en la Tierra no hay una puta mierda.

El sentido de la vida. –
Monty Python (Galaxy Song)

martes

¿Silencio?

Para nada es silencio. Demasiado ruido alrededor. Demasiados besos a quemarropa buscando precisamente eso, silencio. Demasiadas ropas rasgadas, piel trémula, ansiando precisamente eso, un segundo de silencio. Demasiadas preocupaciones, vacilaciones, dudas inconfesables que no callan ni callarán nunca. 
A veces lo creo así. Que el silencio como tal no existe en mi vida porque al fin y al cabo ¿qué es para mí el silencio? Esa sería la pregunta. 
- Silencio es paz y es sosiego. Silencio es estar cómodo sin tener nada que decir. Silencio es ausencia de palabra. Silencio busco en otros labios y no encuentro el silencio. El de otra, el de otro, pero nunca el silencio. Silencio es la paz y la calma. Silencio es la locura hecha cordura. Silencio eres, tú eres mi silencio.

Como si...

Que era como si te respirase, como si tu cuerpo desprendiera un aroma fresco y yo pudiese casi palparte. Pero no. Nada de eso es real, porque lo cierto es que tú estás allí en tu espléndida silla de mármol blanco, inmaculado. Esperando no sé qué. Haciendo tiempo, tiempo para hacer lo correcto, lo sano, lo razonable y meditado. Y lo peor es que no es nada descabellado. Pero ¿sabes? Mientras tanto, vas respirando otro aire que no es el tuyo, ni el mío. Y duele. Lo cierto es que duele de una forma suave y casi sin rozar. Porque estoy anestesiada ya de ti y de tus suspiros, de esa forma tan sutil que tienes de clavarme la mirada como si me acabaras de conocer, de esos instantes en los que nuestros ojos chocan y juegan a descifrar mensajes en las pupilas, -sí, de esos también me he inmunizado-.
Porque no queda otra, porque el sinfín de mensajes ocultos que dejo tras de mí en cinco minutos contigo hacen que quiera respirarte eternamente. Pero no, no es real. Nada de todo esto lo es.

lunes

¿Qué sentido tiene, tanto silencio?

El silencio, a veces, es un aliado. La gente suele pensar que es un enemigo, que cuando callamos más de lo que decimos estamos en peligro, que las relaciones han de basarse en la confianza y que la confianza se manifiesta sólo con las palabras. Te quiero, te creo, te necesito. Que la sinceridad es una virtud. Eso piensan. Están en un error. No siempre hablar es bueno. No siempre callar es malo. No todo lo que se dice es siempre la verdad. No todo lo que se escucha hace siempre bien. Pasa lo mismo con el silencio que con la sinceridad: queremos controlarlo todo, queremos que nos digan la verdad, que no nos engañen, y no nos damos cuenta de que casi siempre es peor conocer que ignorar.

Carmen Amoraga.